Descubres que aún después de los malos días, la baja moral y autoestima, la única manera sana de relajarte y ser momentáneamente feliz es con él, con esa persona que te apoya día a día y está para ti. Necesitas esos momentos aunque no puedan ser tantos como te gustaría, ya que si por ti fuera no acabarían nunca. Los necesitas porque es a lo único seguro a lo que puedes aferrarte, lo único que es real y que sabes que está o estará ahí.
La espera te hunde, sí, pero cuando llega el momento en el que te olvidas de todo lo malo, de todo el sufrimiento... al fin, eres feliz.