Llorando por esos momentos que podrían pero no pudieron hacerse realidad. Por esos besos que nunca llegué a probar. Por esos labios que nunca estuvieron en contacto con los míos. Por todas las caricias y abrazos que podríamos haber disfrutado juntos. Por todo lo que podría haber empezado, pero que no empezó.
Y ahora, cada vez que te veo pienso si valió la pena no arriesgarlo todo a una carta, a ti, a como eres, a como seríamos, a como lo habríamos pasado, a como lo habríamos disfrutado...
Y sí, me arrepiento de ni siquiera haberlo intentado.
Por que a lo mejor… todo habría sido muy diferente a como lo es ahora.
Pero ya no hay vuelta atrás, por lo que me toca seguir caminando sola por este sendero sin rumbo.
Ya que ahora... no tengo nada que perder.