La calle no aparenta ser la misma, es como si la vida se la hubiera llevado el viento, como si el momento en el que nos perseguíamos el uno al otro se hubiera desvanecido bajo los charcos y el asfalto.
Una lágrima intenta recorrer mi rostro, pero se funde con la humedad que lo cubre. . .
El tiempo no lo consiguió,
la lluvia tampoco,
y el viento, será incapaz.
Y es que. . . ya lo tengo asumido,
nada ni nadie hará que eso
cambie, lo sé.
No estoy hecha para olvidarte, y ni quiero estarlo.