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Si quieres que algo llegue dentro, sólo tienes que buscar la forma de que los demás entiendan lo que sientes, de que vean como te hundes, vuelas o te alegras. Cierra los ojos, inspira, piensa qué sientes, expira, ábrelos. ¿Qué es lo que ves? Exacto, ahora solo tienes que expresarlo sobre el papel.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Paraíso e infierno, cogidos de la mano.

Puede ser la persona más dulce, cariñosa y amable que jamás hayas visto, conseguir sacarte una sonrisa con el más mínimo esfuerzo y enamorarte locamente con una simple mirada.
Pero también puede ser dañino, tanto que te baja la autoestima y te deprime como nadie lo ha hecho nunca, tanto que tus ojos sienten la necesidad de llorar cada cinco minutos, que cada palabra que te dedica consiguen provocar verdaderas heridas y todo por el simple hecho de quererlo.
Quizás la culpa sea mía, sí, pero no solo soy yo, también es él. No tiene porque lanzar cada sílaba como si fuera una bala de cañón, ni tampoco dejar que salga por su boca lo primero que se le pasa por la cabeza. Pero supongo que poseo un don para sacar de quicio a la gente... incluso a él. Hasta el punto de que llegue a odiarme.

Sólo quiero que me quiera, aunque acepto que le pido demasiado.


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